Una clase de confirmación con el Propst (Obispo) Friedrich Karle – de Richard Wagner (pastor emérito)

Una clase de confirmación con el Propst (Obispo) Friedrich Karle – de Richard Wagner (pastor emérito)

(abajo en español)

DIE DAMPFLOKOMOTIVE UND DAS 6. GEBOT

Eine Konfirmandenstunde mit Propst (Bischof) Friedrich Karle

Wir Konfirmanden versammelten uns im Gemeindesaal und pünktlich trat unser sehr verehrter Propst Karle ein. Wir erhoben uns und er betete mit uns:

“Komm, o komm, du Geist des Lebens,

wahrer Gott von Ewigkeit,

deine Kraft sei nicht vergebens,

sie erfüll uns jederzeit;

so wird Geist und Licht und Schein

in dem dunklen Herzen sein. Amen”

Wir setzten uns und der Propst begann mit seinem stets sehr interessanten Unterricht.

An dieser Stelle möchte ich als ehemaliger Konfirmand dieses einmaligen Mannes eine wahrscheinlich sehr subjektive Meinung äußern, weil sie mir auf der Zunge brennt: Ich wohnte damals auf einer chacra “Los Sauces”, am östlichen Fusse des Cerro Colorado. Wenn ich und meine Schwester Waltraud wochentags zur Schule, sonntags zur Kirche wollten, mussten wir den heute “camino turísitico” genannten Weg bis zum río Mapocho laufen, ihn auf einer Holzbrücke überqueren, weiterlaufen bis Avda. Las Condes. Dort fing die Straße Camino de Asís an. Nun hiess es zu hoffen, die einzige micro N° 67, komme bald, bleibe sogar stehen und man erhalte einen Trittbrettplatz, wenn auch nur für einen Fuss.

Und der Gottesdienstbesuch? Wie oft war er Pflicht? Wie oft habe ich meine Anwesenheit durch Unterschrift nachweisen müssen? Es war überflüssig! Propst Karles Predigten fesselten mich so sehr, dass ich während der Konfirmandenzeit, aber auch danach, – Krankheit abgesehen – nicht eine einzige seiner Predigten verpasst habe. Wäre ich wohlhabend, würde ich einen hohen Preis ausschreiben für die Lösung dieser Aufgabe: Wer kennt einen Pastor, von dem einer seiner Schüler gleiches aussagen kann?

Eigentlich hätte ich ihm das sagen sollen, aber ich war zu schüchtern.

Kehren wir zum Unterricht zurück:

“Du sollst nicht ehebrechen!” Die Atmosphäre ist gespannt und das Kichern fängt hier und dort schon an. Der Propst lächelt leicht. Er ist selbst ein Mensch, ein Mann von hohem Niveau und weitem Horizont, der “dies Rätselwesen, das unser eigenes natürlich-lusthaftes und übernatürlich -elendes Dasein in sich schliesst” (Thomas Mann in Joseph und seine Brüder, 1. Band, Seite 1) gut versteht. Leicht kann man eine solche Stunde verfehlen.

1.Wer einmal verheiratet ist und sein Versprechen gegeben hat, müsse es eben halten. Daran sei nicht zu rütteln.

2.Die Zeiten ändern sich. Vieles ist möglich, eigentlich alles und was Gott gestern verboten hat, dessen Förderer, Sponsor und Fahnenträger ist er heute.

Ich erzähle Ihnen nun, wie Propst Karle uns diese Wirklichkeit beleuchtete. Die Sexualität, so meinte er, dränge und bedränge uns. “Das wisst ihr Jungs doch!” Wir wusstens zu Genüge. Es sei wie mit einer Dampflokomotive, in deren Kessel Wasser erhitzt werde. Natürlich dürfe der Kessel nicht zerspringen und bei Gefahr sei es recht, ein Ventil mal kurz zu öffnen. Aber bedenkt, was passieren würde, wenn die Ventile immer offen blieben, weil ihr keinen Druck aushalten möchtet, weil ihr gerade nicht männlich genug seid? Ich habe sehr selektiv zugehört und weiss nicht, was er den Mädchen gesagt hat.

“Aber”, so ungefähr schloss Propst Karle, “wer es fertig bringt, ein gewissen Druck diszipliniert zu meistern, kann es erleben,, wie seine Lokomotive sich in Bewegung setzt und durch sehr schöne Täler und Hügel fährt und ihn Wunder erleben lässt, von denen der keine Ahnung hat, der sich gehen lässt.”

Gott habe uns auch mit der Geschlechtlichkeit ein Geschenk gemacht, uns ein Talent gegeben, wie Jesus sage. Wir könnten damit durch paradiesische Länder reisen oder im Taumel zwischen kochendem Kessel und offenen Ventilen durch Wüste veröden. Hier hätte er, der an der Lota-Schule deutsche Literatur unterrichtete ein treffendes Faustwort heranziehen können:

“So tauml´ ich von Begierde zu Genuss

Und im Genuss verschmacht´ ich nach Begierde.”

So hat uns Propst Karle den Sinn von Sexualität, aber auch von Treue von innen, durch den Eros aufgeschlossen.

Und 67 Jahre später, nach all unsrer Lebenserfahrung und gelegentlichen Krümlein  Weisheit, die das Leben in unsre Bettlerschale fallen liess, frage ich meine einstigen Mitkonfirmanden, heute schon Damen und Herren im “gesetzten Alter”: “Nun, sagt selber, hatte unser lieber Propst Karle nicht recht?

Welch ein Prediger, welch ein Paidagógos (der das Kind anleitet und dem Ziel entgegenführt), welch ein Seelsorger, welch ein Mensch!

Richard Wagner, Pastor emeritus

Nosotros nos reunimos en la sala comunitaria y puntualmente entra en ella nuestro muy querido Obispo Karle por quién sentíamos gran reverencia y ora con nosotros:

“Ven, o ven Espíritu de Vida, verdadero y eterno Dios.

Llénanos con tu poder plenamente ahora y siempre.

Entonces en el corazón oscuro habitará luz, espíritu y brillo”.

Nos sentamos y el Obispo Karle empezó con su clase siempre muy interesante.

En este momento siento la imperiosa necesidad de decir algunas palabras sobre la personalidad extraordinaria de este hombre excepcional como yo lo experimenté, siendo su alumno y como reflejo en mí: Vivía con mi familia en aquel entonces en una chacra llamada “Los Sauces” colindante al gran fundo, más bien hacienda “La Dehesa”, al este del pie del cerro Colorado. Para ir al colegio, ubicado en Antonio Varas 666, mi hermana y yo caminábamos bajo la luz de las estrellas o la lluvia por un camino de tierra, hoy  bautizado como “camino turístico”, atravesamos el Mapocho por un viejo puente de madera y subiendo cuesta arriba llegamos en el lento amanecer al paradero de la única micro N° 67, que si no pasaba de largo , sino dejaba bajar algunos pasajeros más abajo, permitió a los mejores corredores, alcanzarla y viajar con suerte en la pisadera.

¿Y como eran los deberes de asistencia a cultos de los confirmandos? ¿Cuántas veces? ¿Donde firmaban? Todo eso sobraba. Las prédicas del Obispo Karle me fascinaron de tal manera, que con excepción de enfermedad, no me perdí ni una sola durante el año de instrucción y después tampoco, hasta mi partida a Buenos Aires, para estudiar allí teología. Si fuera un hombre con mucho dinero, ofrecería un alto  premio para aquel, que fuere capaz de solucionar la siguiente tarea muy difícil:

“¿Quién conoce a otro pastor, de quien su alumno puede decir lo mismo”? Yo debería habérselo contado a él mismo, pero por mi timidez no lo hice.

Volvamos a la clase aquella:

“¡ No cometerás adulterio!”, el sexto mandamiento del Decálogo. La atmósfera en la sala se encuentra tensa – nos hallamos en el año 1954 – y ya se oyen risitas y risas reprimidas. El Obispo, nuestro pastor de almas, sonríe suavemente y con mucha comprensión. Él es ciertamente muy humano, un hombre de alto nivel y amplio horizonte y entiende “este ser tan enigmático, que incluye nuestra propia existencia natural – placentera y a la vez la sobrenatural de una miseria torturante” (Thomas Mann: José y sus hermanos, Tomo I, pag. 1). Es muy, muy fácil errar una hora y un tema tan delicado como este mandamiento, por ejemplo de estas dos maneras:

1.El que está casado, dio una promesa, la que debe cumplir incondicionalmente. Es la palabra de Dios y listo.

2.La opuesta señala: Los tiempos han cambiado. Hoy mucho es posible, en realidad: todo. Y lo que Dios ayer prohibió, hoy lo promueve, lo fomenta, lo patrocina y lo escribe en su bandera.

Ahora voy a contar cómo el obispo Karle nos acercó e iluminó este tema tan delicado, para que fuera algo amigable, íntimo y bello: Nos decía entre otras muchas cosas profundas, que el impulso sexual nos apremia, nos asedia, nos empuja, nos acosa, nos atormenta. “Esto ustedes los jóvenes lo conocéis muy bien en esta edad”.¡Claro que lo sabíamos! Era como una locomotora, nos explicaba, en cuya caldera se calienta el agua necesaria para el vapor, que luego mueve la locomotora y el tren. Por su puesto que no debe sobrecalentarse y estallar, y si corre peligro está permitido abrir un poquito un ventil. Pero imagínense lo que pasaría, si todos los ventiles estuvieran siempre abiertos, porque ustedes no quieren soportar la menor presión, porque precisamente  ustedes los hombres les falta “hombría”. La verdad es que mi oído en esa hora escuchó muy selectivamente, de modo que no sé, lo que dijo a las niñas.

“Pero” siguió  el Obispo, quien es capaz de superar con disciplina cierta cantidad de presión, verá como su locomotora se pone en movimiento llevándola por paisajes bellísimos de montes y valles, permitiéndole vivir milagros, de los cuales aquel no puede hacerse la más mínima imagen, quién descuidándose mantiene siempre abiertos los ventiles.

Dios nos dio un regalo con la sexualidad, un “talento” como dice Jesús. Con él podemos viajar por países paradisíacos o transformarse en desierto, tambaleándose entre aguas que hierven y ventiles totalmente abiertos.

De este modo el Obispo Karle nos abrió desde adentro, desde lo profundo y bello del Eros, el sentido hermano del sexo y la razón de ser de la fidelidad también.

Ahora 67 años después – fuimos confirmados el 14 de Noviembre de 1954 en la Erlöserkirche – pregunto a mis con-confirmados:

“Díganme ustedes todos: ¿ No tenía toda la razón nuestro querido Propst Karle?”

¡Qué predicador! ¡Qué pedagogo (el que guía al niño y lo conduce a una meta)! ¡Qué cura de almas! ¡Qué hombre!”