Dios envía al profeta Jonás a anunciar su misericordia al pueblo de Nínive. Éste se reúsa, pues los ninivitas representan todos sus males y sufrimientos. ¡No es posible que mi Dios sea misericordioso con el que me causa tanto mal! –debió pensar. Estaba convencido de sus razones; por eso, no puede (o no quiere) entender el obrar del Señor, hace oídos sordos a la Palabra de Dios, y huye.
A veces, nos pasa como a Jonás: me encierro en mi propia opinión, creo tener siempre la razón, y al ver que Dios no obra a mi modo, que el mundo no cambia, que los injustos no son castigados, siento agobio, cansancio; brota la duda; y no soy consciente como mis oídos se van cerrando ante la voz del Señor. Y soy arrojado al océano del desánimo, de la impaciencia, de la desesperanza. Pero, como con Jonás, Dios también tiene misericordia de mí, y no quiere que perezca.
Sobre esta historia se inspirará la prédica del culto de este domingo 6 de junio. Unámonos, a partir de las 11:00 hrs., por nuestro canal en Youtube, Iglesia Luterana El Redentor, o directamente por aquí.