Dios llama a Jeremías, le hace una invitación; y aunque no es un reto, ni se induce una respuesta obligada, el futuro profeta se siente profundamente perturbado ante la magnitud de la propuesta: “Señor, apenas soy un muchacho” -respondió. Sí, se consideró incapaz, tal vez indigno; y, quién no, al contemplarse a sí mismo frente a la magnitud del futuro que le esperaría.
Pero, el Señor presenta su oferta completa con claridad; sin letra chica.
¿Cómo recibimos nosotros el llamado del Señor? ¿Qué es lo que nos hace sentirnos “como un muchacho incapaz”?
Este relato (Jeremías 1:4-10) animará nuestra reflexión del día de hoy.
Le invitamos a acompañarnos, desde las 21:00 hrs., para meditar y orar juntos antes de terminar la jornada.
Robinson Reyes, Vicario.
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