Mensaje de Pastor Esteban Alfaro
Éxodo 11:4-6; y 12:37-42.
Tiempos de crisis, tanto en los textos citados (Éxodo) como en nuestras vidas hoy. Para egipcios e israelitas tiempos de preocupación y muerte. Para las naciones del mundo hoy, también. Experiencias comunes con, aproximadamente, 3.270 años de distancia. Tiempos de crisis y cambio para las generaciones que vivieron esos eventos: lo mismo para nuestras generaciones hoy. Por mucho que nos resulte indeseable, siempre hubo, hay y habrá situaciones que no dependen de nuestro deseo y voluntad, que escapan a nuestro control, creando inestabilidad y angustia.
Puedo imaginar a los hebreos en Egipto esa noche de ¨Pesaj¨, encerrados en sus casas esperando los acontecimientos. Acontecimientos que en nada dependían de sus voluntades; sujetos a un devenir lleno de dudas e incerteza. Puedo imaginar al pueblo egipcio sin una clara noción de aquello que, según el relato, se les venía encima. Siempre hubo, hay y habrá quienes están alertas y quienes no lo están; quienes saben ver detrás de los acontecimientos y quienes no, produciendo vivencias opuestas en la experiencia del mismo evento.
El que vivimos hoy surgido del comercio, consumo y maltrato de animales “exóticos” en el mercado de Wuhan, que ha traído consigo un quiebre radical en nuestra forma de vivir. En el caso del Egipto bíblico: crisis desatada por la porfía de su gobernante. En el caso hebreo: por las ansias de libertad escuchadas por Dios, según la percepción de quienes describen los hechos. Crisis y cambio: generalmente tomados de la mano.
Lo que estamos viviendo hoy, recluidos en nuestros hogares y en los hogares de casi todas las naciones del mundo, puede ser la antesala para una reflexión profunda con respecto a nuestra forma de vida. Si no creemos que lo que le sucede al prójimo, directa o indirectamente, nos afecta; resultaría saludable repensarlo. Si no creemos que nuestra forma de relacionarnos con el resto de la creación no afecta nuestras vidas, es el momento para abrir ojos y oídos y considerar el hecho de que compartimos un destino común. ¿Cuándo pensamos alguna vez que la dieta de una persona en China podría afectar nuestra vida en Chile? Existe una red invisible que nos hace dependientes. En el caso del relato bíblico citado, los destinos de Egipto e Israel estaban entrelazados insospechadamente. En el caso del mundo hoy el de todas las naciones.
Ahora se ve más claro con lo sucedido en Wuhan, ¿no es así? Nuestra forma de vivir, afecta a quienes viven cerca o lejos de nosotros. ¿Por qué menciono esto? Porque desde mi perspectiva, es por la perdida de la conciencia de lo estrechamente ligados que estamos con la naturaleza y con nuestro prójimo, que esta crisis comenzó. Olvidamos que somos parte de ella y que es necesario ponerse a su servicio. Que somos parte de la vida “del otro” y que es necesario considerarlo cuando defino mi existencia. El poder que Dios nos entregó sobre la creación no fue otorgado para destruirla, ni tampoco para hacer que se volviera en nuestra contra. ¿Ha visto usted como funciona el mercado de animales “exóticos” de Wuhan en donde comenzó esta pandemia? Es vergonzoso. Dios no nos entregó autoridad sobre la creación para esclavizarla. También nos entregó la posibilidad de vivir en comunidad para que nos construyamos mutuamente y no para ignorarnos y transformarnos en rivales en constante pugna. Lo que le sucede a usted nos afecta a todos. Tal vez en la perspectiva de esta desgracia que nos rodea, sea posible que aprendamos a salir de las capsulas de nuestros egos, en donde estamos refugiados y aislados. Tal vez a partir de lo que nos está sucediendo, sea posible emprender un nuevo camino hacia la forma de vida que promueve el Evangelio.
Israel no encontró el camino hacia la libertad sin crisis. Incluso el ir en pos de ella fue un peregrinar de crisis en crisis. Muchos de aquellos que vivieron aquellos días optaron por ver en esos eventos la oportunidad para entregarse a Dios y esforzarse por una causa común. Otros, no…
Aprovechemos este tiempo de “espera” para mirar hacia nuestro interior.
Para conversar con nuestros hijos. Con nuestras esposas y esposos. Con nuestros padres, si es posible, y caminar junto a ellos. Para revisar nuestra existencia en el contexto de este mundo que es regalo de Dios para todos. Toda raza y cultura entrelazada de una manera insospechada, compartiendo un destino común, como una familia que comparte el mismo hogar. Todas las clases sociales dependiendo unas de otras, buscando vida digna. Al igual que egipcios e israelitas dependemos unos de otros. Dependemos de nuestra relación con la naturaleza. Y juntos de Dios, el Creador. Anhelo que resurja una “nueva conciencia” a partir de este evento, aunque parece difícil. Pero tal vez puedan resurgir personas dispuestas a vivir el resto de sus vidas de un modo diferente a partir de esta crisis, que nos hace tomar conciencia.
Atte, pastor Esteban Alfaro.