En la mañana
Por la mañana, apenas hayas abandonado el lecho, te santiguarás y dirás así:
“En el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.”
Entonces, puesto de rodillas o de pie, dirás el Credo y el Padrenuestro. Si quieres, puedes orar brevemente así:
«Te doy gracias, Padre celestial, por medio de Jesucristo, tu amado Hijo, porque me has protegido durante esta noche de todo mal y peligro, y te ruego que también durante este día me guardes de pecados y de todo mal, para que te agrade todo mi obrar y vivir; pues en tus manos me encomiendo a mí mismo, mi cuerpo y mi alma y todo. Tu santo ángel me acompañe para que el maligno no tenga ningún poder sobre mí. Amén».
Y luego dirígete con gozo a tu labor entonando quizás un himno, por ejemplo acerca de los Diez Mandamientos, o lo que tu corazón te dicte.
En la tarde
Por la noche, cuando te retires a descansar, te santiguarás y dirás así:
«En el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.»
Entonces, puesto de rodillas o de pie, dirás el Credo y el Padrenuestro. Si quieres, puedes orar brevemente así:
«Te doy gracias, Padre celestial, por medio de Jesucristo, tu amado Hijo, porque me has protegido benignamente en este día, y te ruego que me perdones todos mis pecados, donde cometí un mal, y me guardes benignamente en esta noche; pues en tus manos me encomiendo a mí mismo, mi cuerpo y mi alma y todo. Tu santo ángel me acompañe para que el maligno no tenga ningún poder sobre mí. Amén».
Luego descansa sin más y tranquilamente.