San juan 7:37–39
“Ríos de agua viva”
Cuanta energía acumulada y desbordada. Se acumuló como en una represa y como un diluvio, inundó nuestra tierra, nuestra vida. Cuanta energía fuimos almacenando a través de tantos años. Y no fue la mejor de las energías. Dejamos de escucharnos, dejamos de considerarnos; nos centramos en nuestras necesidades, en nuestros éxitos, en nuestros fracasos y nos olvidamos de mirar hacia el lado, donde habita el otro. El otro, que tiene necesidades como las nuestras; que tiene sueños, como nosotros; que quiere progresar, crecer como cualquier ser humano que se precie.
¿Qué nos pasó? ¿En qué momento dejamos de ver y de oír? ¿En qué
momento nos olvidamos de que nuestra felicidad depende también de la
felicidad del otro?
Nos olvidamos que estamos unidos por una red infinita y palpable. No somos islas. Él lo dijo: …”a tu prójimo, como a ti mismo”…
Él es el que canaliza nuestra energía, el que encausa la energía que se
desborda y la transforma en fuente de vida. En agua viva. ¿Pero alguien en
estos días lo querrá escuchar? ¿Cuál es el rol de la fe cristiana en momentos como estos? ¿Cuál es nuestro rol como luteranos?
Creo que es compromiso con Cristo; desde allí es mucho lo que podemos
hacer. Desde los cotidiano y poco mediático de nuestro testimonio.
Levantando el rostro; trabajando por la verdadera justicia, esa que viene de Dios. No darnos por vencidos. Vivir la resurrección, a pesar de la muerte.
Mantener la fe: “como dice la escritura, del interior de aquél (aquella),
correrán ríos de agua viva”.
Que no nos paralice la violencia destinada al fracaso. Que aquél que es la
fuente de nuestra vida, canalice nuestra fe para resistir y vencer.
Atte, Pastor Esteban Alfaro.