Lony Scheel Münzenmayer nació el 18 de mayo de 1952 en Puerto Varas, Décima Región. Es Secretaria Ejecutiva.
Considerando el aspecto religioso, puedo señalar que yo crecí en una familia luterana, con la cual nos congregábamos una vez al mes en la Tiroler Kapelle del pequeño pueblo rural de Los Bajos, junto a nuestros padres, familiares y vecinos. Posteriormente, la enseñanza bíblica continuó con las clases de Religión Luterana, que impartían los Pastores en los Institutos Alemanes de Frutillar y de Osorno, los que despertaron en mí el interés por adquirir conocimientos sobre la Biblia y también para confirmarme.
Cuando me trasladé a Santiago, para continuar con mis estudios técnicos superiores de Secretariado Ejecutivo y posteriormente a desempeñarme en el campo laboral, estuve temporalmente alejada de la Iglesia, participando sólo en los cultos sureños, cuando me encontraba de paso en la zona, especialmente en períodos de vacaciones. En ese entonces nunca supe que había grupos de jóvenes que se reunían en la Iglesia El Redentor (1972).
¿Cómo llegó a la comunidad y cuáles son los primeros recuerdos?
A la comunidad El Redentor llegué una vez que nacieron mis hijas, Nicole y Christine y decidimos bautizarlas en los años 1987 y 1989, respectivamente, con el Pastor Richard Wagner. Recuerdo que con Álvaro asistimos a una reunión en El Redentor, en la cual invitaron a padres que habían bautizado en ese año y sorprendió que fuimos los únicos asistentes. En esa oportunidad conocimos a Carol Uteau y Héctor Cori, quienes nos entregaron su testimonio de qué significaba Dios en sus vidas. Después, con mi familia comenzamos a frecuentar los cultos en Castellano, que en ese tiempo era una nueva alternativa de celebración de cultos, especialmente destinados a personas o matrimonios que no dominaban el idioma alemán. Nicole y Christine se quedaban felices en la escuela dominical mientras nosotros asistíamos al culto. También nos impresionó en las vacaciones de ese año 2000, encontrarnos en un camping del Lago Ranco con la familia Uteau, quienes tenían una intensa participación en la Iglesia: ¿casualidad o la mano de Dios? Compartimos con ellos y nuestros hijos unos días muy agradables. Posteriormente a ello, nos fuimos haciendo más asiduos a participar en los cultos y en actividades de la Iglesia.
¿Ha tenido un cargo o una responsabilidad en la comunidad? ¿Qué fue y cómo ha sido esto? o ¿Cómo ha participado y participa en la comunidad?
Aproximadamente hace 24 años, Ingrid Puschmann, colaboradora de la Escuela Dominical El Redentor, me preguntó si quería participar como colaboradora. La pregunta me ocasionó bastante stress, por la responsabilidad que ello implicaba, sin embargo decidí colaborar, tomando conciencia que yo también debía apoyar al grupo de mamás que desde hacía varios meses recibían a Nicole y Christine – junto a otros niños – en la Escuela Dominical, en forma totalmente abnegada y por ello pensé que era el momento de hacer mi propio aporte. La diferencia con lo que sucede en la actualidad era que en ese tiempo habíamos varias mamás comprometidas y la asistencia de niños era alta. En la comunidad también participo en el Curso de EBCI de El Redentor y también en reuniones de oración.
¿Qué experiencias han sido bonitas en la comunidad?
El compartir los cultos de los días domingos con hermanos en la fé y con los cuales uno se retroalimenta, se siente comprendida y contenida. Las visitas al ex Hogar de Ancianos en la Avda. Lyon, con los niños y adultos, siempre fueron una experiencia muy enriquecedora y que me llenaba de alegría. Las convivencias y devocionales con las familias de Malloco, Peñaflor y Talagante realizadas en noviembre de los años 2014 y 2015, en el centro recreacional de Peñaflor, fueron encuentros muy gratificantes. Estas personas son descendientes de colonos con tradiciones alemanas y algunas luteranas, que por la lejanía y el trabajo no se acercaron a nuestra comunidad. Quiero dar gracias a nuestro estimado Juan Sánchez y su familia, porque ellos sirvieron de nexo para hacer posible estos encuentros y que Dios mediante, deberíamos mantener en el tiempo y/o encontrar otras formas de integrarlos. El Culto Familiar de Pentecostés, con un almuerzo comunitario, también lo considero una instancia muy buena para estrechar lazos con la comunidad.
¿Qué experiencias han sido difíciles en la comunidad?
Creo que para la comunidad ha sido difícil la desvinculación de personas con liderazgos positivos y comprometidas en el trabajo comunitario, las que dejaron un gran vacío en su momento y que se les extraña.
¿Cómo les ha ayudado en su vida ser miembro en la comunidad El Redentor?
En lo personal me ha ayudado mucho pertenecer a la comunidad El Redentor, pues en ella he podido desarrollar mi camino de fé, gracias a las prédicas de nuestros Pastores y a los conocimientos que me han entregado los monitores de los cursos EBCI de Las Hualtatas y El Redentor. El compartir domingo a domingo con la comunidad ha significado encontrar lazos de amistad muy importantes en mi vida.
¿Qué desea para la comunidad en el futuro?
Desearía que después de los grandes conflictos vividos volvamos reencontrarnos en paz, y que podamos convivir armónicamente con las otras comunidades luteranas. También desearía que se produjera un mayor acercamiento y participación de los hijos y nietos de nuestros miembros, pues ellos serán el futuro de nuestra Iglesia.
Por último, desearía que el nuevo templo que se construya en el futuro, en reemplazo del templo de Hualtatas, sea un lugar que acoja a todas las familias, independientemente de su edad.